Durante años, el gimnasio fue sinónimo de fitness: máquinas alineadas, espejos por todas partes y música de fondo para marcar el ritmo. Pero algo cambió. Con la pandemia como catalizador y la conectividad como aliada, millones de personas comenzaron a entrenar frente a una pantalla. Hoy, los entrenamientos online ya no son una solución de emergencia: son parte estable del mundo fitness.
De la colchoneta al living
En 2020, cuando los gimnasios cerraron por el aislamiento, plataformas como YouTube, Zoom o Instagram se transformaron en salas improvisadas de yoga, funcional o HIIT. Entrenadores como Cata D'Elía, Magalí Tajes (en clave de humor-fit) o Juan Pérsico (de Miranda!) ganaron seguidores con rutinas accesibles, mientras que aplicaciones como FitOn, Nike Training Club o BTFIT ofrecían opciones gratuitas o freemium.
“Antes entrenaba en el gym del barrio. Ahora sigo una rutina por Twitch y me siento más libre”, cuenta Luciana, una estudiante de Salta que prefiere clases online para evitar los traslados y el gasto mensual.
Fitness on demand
Los entrenamientos por streaming se adaptan al ritmo del usuario: se pueden hacer a cualquier hora, repetir, pausar o combinar. La lógica on demand —similar a Netflix o Spotify— se instaló en el cuerpo. Plataformas como Peloton o Freeletics utilizan inteligencia artificial para proponer rutinas personalizadas, mientras que influencers argentinos como Delfina Gerez Bosco o Guido Pella, incursionan con contenidos exclusivos en redes o apps.
Según datos de Statista, el mercado global de fitness digital superó los 16.000 millones de dólares en 2024 y sigue creciendo. En Argentina, un informe de Kantar IBOPE Media reveló que el 48% de los jóvenes entre 18 y 34 años realizó actividad física desde casa con ayuda de contenido online durante el último año.
¿Y los gimnasios?
Lejos de desaparecer, muchos gimnasios se adaptaron. Algunos ofrecen rutinas híbridas: presencia física opcional y entrenamientos virtuales incluidos en el abono. Otros, como cadenas boutique o estudios de pilates, utilizan plataformas propias con instructores en vivo. “El modelo mixto llegó para quedarse”, dice Sebastián García, gerente de un centro deportivo en Buenos Aires. “Nos permite retener a los clientes y expandirnos más allá del barrio”.
Moverse también es digital
El boom de los entrenamientos online cambió no solo el dónde y el cuándo, sino también el cómo se piensa el cuerpo. El fitness ya no es exclusivo de un espacio cerrado con pesas: ahora también está en el celular, el televisor, la notebook. Y con él, vinieron nuevas preguntas: ¿qué es entrenar bien? ¿Cuánto es suficiente? ¿A quién seguimos y por qué?
La respuesta, parece, ya no está en el espejo del gimnasio, sino en una pantalla.